Una preparación preoperatoria, digna de recordar.

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La preparación preoperatoria de los pacientes es muy importante, y nos la tomamos muy en serio. No sólo es necesario un buen estudio preparatorio acorde a la operación que se va a realizar y a la edad y estado de salud del paciente, sino que además el paciente debe someterse a una proceso de «mejora intensiva de su estado de salud, justo antes de la operación». Puede parecer algo muy complejo, engorroso y difícil, pero bien organizado y apoyado por un equipo con experiencia, se lleva muy bien y curiosamente son muy raros los fracasos.

El paciente que realizar una dieta de entre 1 y 8 semanas según el grado de obesidad (a más obesidad son necesarias mas semanas) y ejercicio físico programado. Con eso conseguimos que pierda peso, facilitándonos técnicamente la operación, que mejore el estado de forma cardiovascular, someterse a una anestesia es como subir a un monte, que mejore el control de las enfermedades más frecuentes como la diabetes y/o la hipertensión, y que disminuya el acúmulo de líquidos propio de los pacientes obesos, disminuyendo la posible incidencia de trombosis. A mi me gusta comentarle a los pacientes esa frase de «cuando el paciente, después de una preparación preparatoria, viene a la Clínica diciendo -que bien me encuentro, casi ya no hace falta que me opere-, es cuando mejor preparado está para la operación.

Así que todo esto que nos parece tan importante y que nos tomamos tan en serio, no había manera de llevarlo a cabo en este adolescente de esta historia.

Se trataba de una chico de 17 años, enorme, que medía 175 cm y pesaba 225 kg!. Tenía por tanto un IMC de 72 (índice de masa corporal, que es el que relaciona el peso con la altura), cuando lo normal es entre 18 y 25. Con aquel chico teníamos varias limitaciones. El tiempo necesario para la preparación tendría que ser más largo de lo habitual, al menos 3 meses, y por tratarse de un joven adolescente traído por sus padres y que nos miraba con cara de pocos amigos, no parecía una labor fácil. Además, no tenía la posibilidad de pesarse en los pesos habituales de farmacia, porque excedía el peso máximo de las básculas mas habituales. Por otro lado, era un chico que no salía prácticamente de su casa, no tenía vida social, y había dejado de ir al colegio; conseguir que hiciese ejercicio al aire libre un hora al día era como una quimera invencible.

Para poder operarlo con una mínima seguridad, debía conseguir pesar menos de 200 Kg, y ese fue el objetivo que le pusimos. Realmente tampoco era tan complejo perder un 10% de su peso.

A la Clínica venían la madre, la abuela, la tía, y el chico, y todos esperaban mucho de nosotros, y todos presionaban al chaval para que aceptase tratarse y el reto de la preparación. La madre y sobre todo la abuela, también eran obesas, lo que presuponía un hábitos dietéticos en la familia, totalmente inadecuados.

Pueden imaginarse como era el manejo con el chico de la nutricionista, de la psicóloga, o de mi mismo cuando la madre me decía -doctor es que no quiere hacer la dieta ni el ejercicio, tiene que decir que lo haga que es por su bien…-. No se si la dieta duro unas dos semanas la primera vez. Nosotros citábamos al paciente cada semana, para que tuviese un apoyo  refuerzo psicológico y se viese obligado a cumplir con su compromiso, pero contrarrestaba con que el paciente no acudía a la cita, y su madre nos llamaba pidiéndonos ayuda…. Imaginen a un adolescente, aislado socialmente, en su mundo propio, sin deseos reales de someterse a un tratamiento, totalmente desalentado.

Las visitas a la Clínica, la dieta y el ejercicio, lo retomó y la abandonó quizá 12 ó 15 veces, y las llamadas de auxilio de la madre se sucedían en igual frecuencia. Alguna de las veces, pasa un  tiempo largo sin noticas, e Inma nuestra Coordinadora, aun a sabiendas de que no teníamos noticias por las cosas no iban bien, llamaba a la madre para interesarse por el chico.

Con el tiempo aquello se enfrió, y todos dimos por perdido el caso, al menos de momento. Sin embargo, al cabo de 5 ó 6 meses, llamaron y tomaron cita para mi. -Dr. Ferrer, ha vuelto a llamar la madre de «Josu» (nombre ficticio), quiere venir a verle otra vez….-. Aquellas nuevas consultas ya se habían repetido en varios ocasiones y siempre sin éxito. Sin embargo en esta ocasión, la madre y la abuela de estaban especialmente sonrientes; tenían cara de satisfacción, y de orgullo, porque el chico había perdido 25 kg y ya pesaba menos de 200 kg!.

-Dr. Ferrer, ya pesa menos de 200kg y ya se puede operar-, me dijo su madre con seguridad, mientras el chico miraba la reacción atentamente, con gesto de orgullo por el objetivo conseguido. El paciente había hecho la dieta por cuenta propia. Le había costado meses, pero lo había conseguido! Además, hacía 2 horas de ejercicio diario, de forma admirable para el peso que tenía en ese momento. No hacia otra cosa en su vida desde hacia unos meses, que dedicarse en cuerpo y alma a la preparación de la operación, y lo había conseguido.

Realizamos el estudio preoperatorio, comprobamos que el estado nutricional del paciente era el adecuado, y lo operamos con éxito y fortuna, pudiendo aplicar nuestro método «Fast-truk» de rápida recuperación, que le permitió volver a casa en 48 horas, como si fuese un paciente mas.

Finalmente había tomado la decisión de tratarse con todas las consecuencias, adaptándose a las exigencias que le pedía el equipo, y lo consiguió con creces. Además, siguió con ese mismo empeño después de la operación, manteniendo un ejerció físico adecuado y cada vez más intenso, conforme se lo permitía la pérdida de peso.

Recuerdo la última vez que lo vi, a los 3 años más o menos de la operación, con un peso de unos 80 kg, con aspecto fuerte, confiado y sonriente, con su madre esta vez preocupada porque comía muy poco; estaba terminando un grado de formación profesional, y tenía un grupo de amigos con los que salía habitualmente. Era otra persona en el mas amplio sentido. Era francamente bonito ver aquello, y siempre recordé con especial cariño a este paciente al que conseguimos ayudar a que saliese del abismo.

Aprovecho para agradecer a todo mi equipo el esfuerzo y empeño que pusieron en ayudar a este paciente y esta familia, y también al equipo quirúrgico y anestésico, porque no fue un caso sencillo.

Un cordial saludo

Dr. Jose Vte. Ferrer

 

 

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